Estaba empapado en sudor, jadeando, pero con una sonrisa de oreja a oreja.
Había transformado completamente el cuerpo de mi cliente más difícil: yo mismo.
De pesar 56kg a 83kg me sentía como un superhéroe, como un miura
Eso fue hace 8 años.
No fue un éxito de la noche a la mañana. Me tomó años de prueba y error doloroso, incontables horas en el gimnasio y una determinación inquebrantable.
Hoy, los métodos de entrenamientos están en auge. Y me duele ver a tantas personas sudar sin ver resultados reales.
Esto es lo que impide que veas la transformación que deseas (y cómo solucionarlo).
Te estás asustando con expectativas inalcanzables.
Sí, es cierto.
La mayoría se marcan objetivos demasiado ambiciosos al principio. Piensan que pueden perder 10 kilos en un mes.
Quizás sea posible.
Pero el problema es que tu cuerpo no está preparado para eso. No tienes la condición física ni los hábitos necesarios para justificar un cambio tan drástico. No tienes las habilidades para mantener un déficit calórico tan agresivo.
Es un objetivo muy difícil.
La solución es empezar con metas pequeñas, lograr victorias rápidas, ganar confianza y luego ir a por más.
Es más fácil perder 2 kilos en un mes que 10. Así que por ahí debes empezar.
Te falta este elemento crucial
Voy a ser honesto.
Si no estás viendo resultados, probablemente sea porque no estás siendo consistente. Es la verdad dura que nadie quiere oír.
No importa cuán bueno sea tu programa si solo lo sigues «cuando tienes ganas».
El progreso en el fitness es una simple ecuación: (Buena nutrición + Entrenamiento efectivo) x Responsabilidad = RESULTADOS
¿Lo tienes?
Sin la variable de responsabilidad, la ecuación no funciona.
La clave está en crear una costumbre. Encontrar una rutina que puedas mantener a largo plazo, no solo por unas semanas.
Si no tienes la costumbre (la responsabilidad), es hora de volver a tu rutina y descubrir como mantenerte.
Te perdiste la regla #1 del cambio físico
Los humanos somos impacientes. Queremos resultados YA.
Pero tu cuerpo no funciona así. El cambio real, duradero, lleva tiempo.
Si estás obsesionado con ver cambios diarios en la báscula o en el espejo, te estás saboteando.
Podrías estar pensando: «Pero yo creo que estoy haciendo todo bien».
Sí, vale. Pero si piensa que lo estás haciendo bien y aun así no ves resultados, esa es una señal de advertencia.
Si no estás viendo los cambios que deseas, probablemente sea porque:
- No estás viendo los datos correctamente (¿sólo te fijas en la báscula?)
- No estás siendo paciente (¿esperas cambios drásticos en una semana?)
- Si eres consistente, es que tu alimentación es una m*erda, igual que tu entrenamiento.
Si mejoras estos 3 puntos, tendrás más posibilidades de descubrir el plan que te de la solución para estar en tu mejor forma física.
No te juegas nada
La gente no logra sus objetivos porque no tienen nada que perder si fracasan.
- «Empezaré la dieta el lunes.»
- «Mañana sí voy al gimnasio.»
A dormir.
Esa dialogo propio no inspira confianza. Apestan a calcetines usados. Es lo que se ve por todas partes. Y lo que consigues son resultados que no sirven y luego vuelven al punto de partida, sintiendo el fracaso.
Cuando inicio un nuevo plan, intento hacerme sentir incómodo.
El compromiso debería hacerte sudar. Muestra que tienes algo que perder. Pero también me hace sentir como un adulto responsable. No como un bebe que necesita que le cambien el pañal. Debería comprometerme con el plan.
Me digo cosas como: «Si sigo el nuevo plan y no lo puedo mantener…»
- Mi palabra no vale nada.
- Estoy desperdiciando mi vida
- Le estoy fallando a la versión futura de mí mismo.
- Tendré que donar 100€ a una asociación que odio. (Lo hice…)
Haz que tu compromiso sea más fuerte. Te hará tomártelo más en serio.
Tu enfoque apesta
La gente que falla se obsesiona con números mágicos.
He aquí algunos enfoques de m*erda:
- «Quiero perder 10 kilos.»
- «Mi objetivo es levantar 100 kg en press de banca.»
- «Quiero que se me noten los 6 abdominales»
A dormir…
Estos objetivos numéricos son como castillos de arena. Se derrumban al primer contratiempo. Un enfoque que huele a debilidad.
¿Qué es lo que realmente funciona?
Un sistema.
Un sistema es como un tren imparable. No le importan los baches en el camino. Sigue avanzando, día tras día, semana tras semana.
Aquí tienes algunos ejemplos de sistemas poderosos:
- «Haré ejercicio 30 minutos todos los días, sin excepción.»
- «Comeré proteína en cada comida, pase lo que pase.»
- «Meditaré 10 minutos cada mañana, aunque el mundo se esté cayendo a pedazos.»
¿Ves la diferencia?
Los objetivos te dicen a dónde quieres llegar. Los sistemas te llevan allí, te guste o no.
Cuando te centras en un enfoque débil, tu mente juega sucio:
- «Oh, solo 2 kilos más. Puedo relajarme un poco.»
- «Ya casi levanto 100 kg. Mejor no arriesgarme a lesionarme.»
- «Estoy cerca de verme los abdominales. No hace falta que me mate entrenando.»
Pero con un sistema, no hay escapatoria:
- «Son las 6 AM. Hora de sudar.»
- «Es hora de comer. ¿Dónde está mi ternera?»
- «Acabo de despertar. Al mat de meditación.»
Los sistemas construyen hábitos. Los hábitos construyen cuerpos increíbles.
¿Quieres saber por qué tu cuerpo no cambia? Porque tus hábitos no han cambiado.
Deja de soñar con números y empieza a vivir un sistema.
Aquí tienes una tarea:
- Escribe tu objetivo actual relacionado con el fitness.
- Ahora, transfórmalo en un sistema diario o semanal.
- Comprométete a seguir ese sistema durante 30 días, sin importar qué.
Diferencia:
- Objetivo: «Perder 5 kilos»
- Sistema: «Caminaré 10.000 pasos todos los días y prepararé mis comidas con anticipación cada domingo»
Tu cuerpo cambiará cuando tu sistema de vida cambie. Es así de simple. Y así de difícil.